martes, 16 de febrero de 2016

Martirio de vivir junto a una casa abandonada

Lo que una vez fue una elegante residencia de dos pisos en la calle Damasco en la primera sección de Levittown, en Toa Baja, se convirtió hace tres años en un hospitalillo para drogadictos y deambulantes, situación que tiene algunos de vecinos al borde de un colapso.

No es para menos. Edgar Marrero, quien reside detrás de la mencionada casa abandonada, contó que los invasores que allí pernoctan fuman marihuana y consumen otras sustancias controladas. Además, este residente siente que invaden su privacidad porque desde el balcón de la vieja propiedad los adictos observan hacia el patio y los cuartos de su residencia. Marrero dijo que teme por su vida y la de su familia, al punto que tiene su casa en venta para mudarse.

“Yo llevo 30 años viviendo en esta casa pero ya no puedo seguir aquí. Esas personas (deambulantes y adictos) llevan meses ahí y cuando se van vienen otros. Allí hacen traqueteos de drogas, están constantemente mirando para acá. Cuando salgo de mi casa salgo con temor de que me roben o algo peor”, sostuvo este vecino en entrevista con ELNUEVODIA.COM.

Marrero ha llamado a la Policía en múltiples ocasiones para que saquen a los deambulantes del lugar, pero aseguró que la respuesta de los agentes es que, a menos que esas personas cometan un delito, están maniatados.

Pero ahí no termina la pesadilla de este residente. Frente a su residencia también radica una enorme propiedad abandonada que hace años operó como un colegio privado. La estructura actualmente está en esqueleto. No tiene puertas ni ventanas, tiene basura y escombros en su interior, y a diario personas extrañas entran por los enormes huecos de la estructura.

“He visto jóvenes metiéndose ahí adentro, carros desconocidos se estacionan al frente. Yo puse mi casa en venta porque no quiero estar más aquí”, expresó Marrero con notable frustración, al revelar que algunas personas han mostrado interés en comprar su casa, pero desisten por las propiedades abandonadas a su alrededor. “Mi casa ahora mismo no vale nada. Me robaron el valor de la propiedad. Yo ya no puedo con esta situación”, apuntó el hombre.

Mal que se extiende por la Isla

La pesadilla que vive Marrero, con alta probabilidad, la viven otros residentes de la Isla ante la proliferación de residencias abandonadas y deterioradas, lo que redunda en un problema de salud y de seguridad para las comunidades.

En la Isla no existe un inventario global de propiedades residenciales abandonadas, sin embargo alcaldes consultados han contabilizado centenares de casas vacías en cada municipio. En Toa Baja se estiman cerca de 800 viviendas abandonadas, y en Guaynabo cerca de 400, a modo de ejemplo. Otros municipios como Cayey realizan un censo para contabilizarlas.

“Las casas abandonadas van en aumento en Puerto Rico. Es como unaenfermedad, un cáncer dentro de la comunidad”, expresó Rolando Ortiz, alcalde de Cayey y presidentede la Asociación de Alcaldes.

¿Cuáles son las causas?

La crisis económica, ejecuciones de hipotecas y problemas de herencia son algunas de las causas para el abandono y deterioro de muchas viviendas. El alcalde de Toa Baja, Aníbal Vega Borges, aseguró que en el sector de Levittown, nada más, hay cerca de 250 residencias vacías y deterioradas.

“Hemos visto que hace tres años, en el municipio, este problema de casas abandonadas creció como un 50%. Antes yo notaba de dos a tres viviendas abandonadas en las comunidades, pero ya son muchas que las dejan y las vandalizan rápido y se convierten en estorbos públicos. Lo hemos visto principalmente en las comunidades de barrio, y son casas hipotecadas que pertenecen a los bancos”, manifestó el alcalde, al resaltar que por la  difícil situación económica hay ciudadanos que no pueden pagar sus casas y las entregan a los bancos o los bancos las ejecutan. El problema está en que hay instituciones bancarias que no cumplen en dar mantenimiento físico a esa residencia vacía.

“Hay bancos que no recortan los patios de casas abandonadas, las dejan así y esas casas se convierten en focos de enfermedades, y cuando uno llama a los bancos rechazan darle a uno información sobre esas viviendas. Entonces, tienes a los residentes que comienzan a llamar constantemente al municipio. Esas casas también se convierten en foco para la criminalidad porque entran los adictos, además el medio ambiente se afecta, y baja el valor de las propiedades alrededor”, expresó Vega Borges.

Testigos del problema

ELNUEVODIA.COM entró junto a este alcalde a la residencia abandonada en Levittown que opera como hospitalillo. No había nadie al momento pero se observó basura por doquier, tres colchones que sirven de cama para los deambulantes, zapatos y ropa tirada, residuos de cigarrillos de marihuana, un sofá sucio y roto, frascos de pastillas, una bicicleta y hasta cuchillos afilados en el piso. Esta propiedad de color azul, que también llegó a operar como un cuido de niños, no tiene puertas ni ventanas, y las paredes del exterior lucen con mensajes amenazantes, aparentemente escritos por alguno de sus invasores.  Uno lee: “Si te pillo echando basura aquí me meteré a tu casa”.

Vega Borges aseguró que aunque el municipio ha tratado de remover a los deambulantes de  la propiedad ofreciéndoles ayuda y vivienda, las personas no han querido salir de allí. Ante la situación, el alcalde sostuvo que le corresponde a la compañía bancaria, dueña de la estructura, realizar los trámites para desocupar la propiedad y  darle mantenimiento.

En Guaynabo, la historia se repite. En la calle Marta Ortiz del Barrio Santa Rosa, Enrique Torres, propietario del colmado Hermanos Torres Colón, se querelló en el municipio por los problemas que han provocado dos casas abandonadas que ubican junto a su negocio. Unade lascasas, de dos pisos, fue invadida por un adicto a drogas que todas las mañanas pedía dinero a los clientes del negocio, a veces de forma agresiva.

“Un muchacho que se metió a vivir ahí y lo tenía como hospitalillo. Se hizo una querella y a la persona se le prohibió estar ahí deambulando”, dijo Torres.

El municipio de Guaynabo colocó un rótulo declarando esa propiedad como ‘Estorbo público’, pero el mismo fue removido, aparentemente por el dueño que la puso en venta. No obstante, se observó que la estructura está sucia con basura en la marquesina y los patios, y algunas ventanas rotas.

Detrás del colmado de Torres otra residencia luce en peores condiciones, y provoca dolores de cabeza al comerciante porque las sabandijas, ratones e insectos que viven allí han invadido su negocio. En el caso de esta propiedad, su dueño y murió y se supo que los herederos, que son ancianos, no se han hecho cargo de la vivienda por lo que luce destruida, con basura, insectos muertos, con parte del techo desprendido, no tiene puertas ni ventanas, y casi la arropa la maleza y los árboles del lugar.

“Esto ha sido horrible. Me preocupa el problema de sabandijas, insectos y cucarachas que están aquí porque nos afecta el negocio. Hasta ardillas se han visto por el lugar”, sostuvo el comerciante. El municipio identificó la propiedad para declararla estorbo público.

Ada Bones, directora de la Oficina de Ordenación Territorial de Guaynabo, sostuvo que los problemas entre herederos llevan al abandono de muchas residencias. “Hay casos en que los hijos del dueño son altos profesionales que no necesitan la casa para nada, pero tampoco le dan la debida atención ni mantenimiento ya sea porque no están en Puerto Rico o porque no necesitan la casa para vivir. Eso pasa en sectores de alto ingreso. Las ejecuciones de hipoteca también se dan bastante”, indicó.

En Guaynabo, esas 400 casas abandonadas se encuentran en todos lados, desde urbanizaciones de alto poder adquisitivo como Garden Hills, Torrimar, hasta el casco del pueblo. Bones confirmó también que muchos bancos han fallado en dar mantenimiento a propiedades ejecutadas.

“Hasta que los municipios no le hacen el alto al banco ellos no se ocupan de mantener la estructura física de las casas. A veces me canso de multar a los bancos por eso”, sostuvo la funcionaria, al destacar que el problema de las piscinas abandonadas es otro dolor de cabeza pero el ayuntamiento necesita primero la intervención del Departamento de Salud para poder vaciar una piscina.

Se defienden los bancos

Zomié Álvarez, vicepresidenta ejecutiva de la Asociación de Bancos, dejó claro que no toda propiedad abandonada pertenece a las instituciones, ya que los procesos de ejecución de hipoteca pueden tardar de 24 a 36 meses en formalizarse. Sí afirmó que hay inquilinosque durante el proceso legal abandonan la residencia sin que la propiedad haya sido devuelta a manosde la institución bancaria.

De hecho, si un banco entiende que una propiedad suya está en peligro de sufrir daños puede pedir al tribunal una orden de protección para la misma, pero esa orden, que no siempre es otorgada, solo protege por un día y no a lo largo del proceso de ejecución.

La ejecutiva resaltó también que los bancos cuentan con departamentos y protocolos encargados del mantenimiento de las propiedades en su cartera, y cuando la titularidad de la estructura pasa al banco los contratistas asignados tiene que entrar a la propiedad en un período de mayor de 48 horas para realizar trabajos de limpieza exterior e interior, dar mantenimiento a las áreas verdes,  recoge escombros, vaciar piscinas, entre otros trabajos.

Pero hay bancos que han sido multados por los municipios por no cumplir con el mantenimiento, se le indicó. “Hay que ver cada situación específica pero deben ser eventos aislados”, manifestó.

Piden mayor legislación

Aunque la Ley 31 para Viabilizar la Restauración de las Comunidades de Puerto Rico permite a los ayuntamientos expropiar inmuebles declarados estorbos públicos, demolerlos y transferirlos a quienes los rehabiliten, los alcaldes entienden requieren más legislación para erradicar el problema de abandono de propiedades. Además, no existe un censo que recoja el inventario total de las propiedades abandonadas en la Isla.

“El proceso de declarar estorbo público es lento porque una vez inicias tienes que garantizar el debido proceso de ley porque tienes que notificar al dueño de la propiedad, tienes que dar tiempo para que la gente conteste y cuando no aparecen y estás a punto de demolerla o venderla para despojarte de ese título, entonces el dueño aparece”, explicó Ortiz.

Mientras, para Vega Borges los municipios también deben contar con mecanismos más ágiles para poder subastar propiedades abandonadas de manera que puedan salir de ese inventario.

De continuar con el problema de abandono y deterioro de residencias, advirtió Ortiz, la economía de los municipios seguirá lastimada. “El gobierno tiene que tomar acciones afirmativas para reinsertar esas propiedades abandonadas en la actividad económica y así poder levantar la autoestima de la comunidad, el ánimo de la gente. Es un problema serio, es un reto pero hay que tomar acción”, concluyó el alcalde cayeyano.          
     

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